Una serie: The Bear
Carmy trabajaba en el que era considerado el mejor restaurante del mundo, en Nueva York, bajo el mando de un chef muy famoso y tiránico. Pero ahora está a cargo del humilde restaurante Ital-American de su familia, en el centro de Chicago. Heredó un sistema desastroso, unas finanzas para salir corriendo y un personal que se resiste a adaptarse a su completamente distinta manera de hacer las cosas. Pero Carmy tiene que hacerlo, porque quien llevaba el local, su hermano mayor, murió de pronto, y nadie sino Carmy puede asumir este compromiso.
Sobre este punto de partida se despliega en ocho horas una historia sobre el duelo, el perfeccionismo, la adicción, la vocación, el peso de la memoria familiar y los mecanismos de la amistad. No quiero decirte más.
Filmada con un grano y una cámara en mano que recuerda a los maestros John Casavettes y Sydney Lumet, esta magnífica serie de extraordinarias actuaciones ha sido de las más celebradas en 2022.
En 2023 se espera una nueva temporada. The Bear es de FX; en EEUU la tiene Hulu y en Canadá Disney+.
Nunca está de más recomendar, por si no lo conoces ya, el libro que hizo célebre a Tony Bourdain y abrió el tema de los costos psicológicos de la cocina: Kitchen Confidential
Ya que estamos con las cámaras en la cocina, mi película favorita sobre un restaurante es Big Night, dirigida por Stanley Tucci y Campbell Scott. Una joya.
Una película: La metamorfosis de los pájaros, de Catarina Vasconcelos
Esta no es una película cualquiera. Es un documental, pero también una experiencia como la de acudir a una exposición inmersiva en un museo de arte contemporáneo, o la de pasar unos días en una casa de campo escuchando historias de una familia y revisando con sus miembros los objetos que dan cuenta del paso del tiempo. El delicado modo en que está estructurada y la exquisitez de la factura te da la sensación de que es una pieza tal vez demasiado intelectual, pero te absorbe y te toca el corazón y se queda contigo por días y días.
La artista visual y cineasta portuguesa Catarina Vasconcelos usa actores y miembros de su familia para hablar del matrimonio de sus abuelos (él un sastre forzado a ser un marino, que vivía esperando una nueva carta con destellos de la vida de su familia en tierra firme; ella una ama de casa que debió criar sola a seis niños) y de su propio duelo por la madre que perdió a los 17 años.
Todo aquí es tan hermoso que te desacomoda, pero para mí lo más brillante es cómo Vasconcelos encuentra metáforas visuales para traducir sentimientos, usando el lenguaje del cine, en formato casi totalmente cuadrado de 4:3 y en 16 mm.
La vi en Netflix Canada pero está en otros servicios como Criterion Channel y Mubi.
En esta entrevista para “Días de cine” de Televisión Española, la artista explica que su película es el resultado de intentar rellenar los huecos de una historia que le contaron incompleta
Acá puedes ver un extracto de uno de sus dos cortos anteriores, Metáfora ou a tristessa virada do avesso
Si esta película te deslumbra como a mí, te puede pasar lo mismo con la obra de la fotógrafa y escritora francesa Sophie Calle
Un libro: Lifespan, de David A. Sinclair
Envejecer es una enfermedad, y por lo tanto puede curarse. No hay ninguna ley biológica que diga que debamos envejecer y por consiguiente morir a una edad determinada. Y así como hace 100 años nos parecía inimaginable tener una esperanza de vida al nacer de 80 años, como es el estándar en varios países, hoy nos parece inimaginable que sea de 150, pero es posible. Podemos vivir mucho más, y vivir sanos, no con demencia y en cama.
Lo dice uno de los líderes en el mundo de la investigación sobre envejecimiento, el australiano David A. Sinclair, de la Harvard Medical School. Con la ayuda de un tremendo periodista de ciencia, escribió un libro para desarrollar estos argumentos, que va desde el primer circuito genético mediante el cual el primer organismo debió administrar su energía para mantenerse vivo y reproducirse, hasta la descripción de un futuro en que la vida -al menos para parte de la humanidad- es más larga, más sana y más productiva. Un futuro en el que uno no tiene que pensar en el retiro, tenga o no los fondos para jubilarse, a partir de los 60.
Traducido al español con el interminable y autoayudoso título de Alarga tu expectativa de vida, este no es para nada un libro de autoayuda ni de fitness, aun cuando al final el doctor Sinclair, de poco más de 50 años, comparte su método personal para retardar su velocidad de envejecimiento (en resumen, comer poco y sobre todo vegetales, casi nada de alcohol, ejercicio, pasar frío y tomar ciertos compuestos, nada de suplementos vitamínicos). Este es un libro de ciencia y requiere un mínimo de conocimiento de genética. Pero aquí se toman todas las molestias para explicarnos las cosas a los legos, y con imágenes bellísimas como la que usan para explicar el problema que ocasiona el envejecimiento.
La epigenética, el sistema que administra todos nuestros genes, es como un pianista que toca ciertas teclas (ciertos genes) para tocar una composición específica (lo que dice a cada gen qué debe hacer, en cuál celula, y en qué momento). Pues el envejecimiento ocurre cuando ese pianista empieza a equivocarse más y más, y la música genética se convierte en ruido.
Otros dos buenos libros de ciencia que se están comentando mucho por ahí:
El oráculo de la noche, del médico brasilero Sidarta Ribeiro: yo reboté por el tono con que está escrito o traducido, pero entiendo que es un estudio bien importante sobre por qué soñamos y cómo funciona nuestro mundo onírico. Hay un adelanto aquí.
Future Stories, de David Christian: un libro de un historiador que no trata del pasado, sino del futuro. De cómo la filosofía, la literatura y la ciencia han enfrentado el problema de qué es el tiempo y qué es el futuro, desde San Agustín y el Bagavad Gita hasta Einstein. De cómo los seres vivos, con o sin lo que llamamos conciencia, lidiamos con la incertidumbre. También, de qué sabemos sobre el porvenir del planeta. Por cierto que en su bibliografía está Lifespan. Christian tiene décadas trabajando el campo de la Big History –un enfoque transdisciplinario y amplio de la Historia, con muy buen website aquí para un resumen interactivo como un curso de seis horas– y en este caso resulta electrizante por todas las ideas que puede invocar y electrizar. Un libro para reflexionar sobre nuestros abanicos individuales y colectivos de futuro. Lo disfruté mucho y me dejó la cabeza a millón. El libro de Christian sobre la historia del mundo está en español, como La gran historia de todo.
Un podcast: The Future of Everything
Imagina que en una calle de una ciudad, donde hay varios cafés, inauguran uno que ofrece un modelo distinto: todo el café es gratis. Naturalmente, todo el mundo empieza a ir allá, porque no tiene que pagar nada por el café, y los demás cafés no tardan en quebrar. El detalle es que en este nuevo café graban todas las conversaciones que tienen sus clientes allí, y se las venden a un montón de agencias de marketing, que procesan toda esa información. En pocos días, sus clientes se encuentran con que a cada momento son interrumpidos por gente que viene a venderles cosas que necesitan o pueden necesitar, y que saben un montón sobre ellos. El café es gratis, pero sus clientes son una mercancía, porque un tercero compra la información personal que extraen de ellos para venderles otros bienes y servicios.
Esta es la mejor explicación que he visto sobre cómo las plataformas como Google nos usan como mercancías y por qué deben estar obligadas a hacernos saber sus términos, y no en documentos legales incomprensibles que requieren horas de lectura. La escuché de un investigador alemán al que entrevistaron sobre los algoritmos para este podcast periodístico de The Wall Street Journal. Recuerdo que en ese momento venía pasando junto a un café, y que me pregunté cuánta información las plataformas estaban acumulando en ese instante, en forma de big data, de la docena de personas que estaban allí dentro navegando en sus dispositivos (luego de pagar no cero, sino cinco dólares o más por un latte).
He ido escuchando otras entregas sobre el problema con los microplásticos que se desprenden de nuestra ropa y caen al mar, o sobre las nuevas investigaciones sobre salud mental y flora intestinal. Está muy bien investigado, tiene acceso a fuentes de primera, y sus episodios no duran mucho más de media hora. Buenísimo para estar al tanto de las fronteras de la investigación para encontrar soluciones a una gran variedad de problemas que estamos experimentando aunque no sepamos. Está en todas las plataformas de podcast.
Un album: Nacarile, de Ile
Esta cantante puertorriqueña de linda voz ha estado apareciendo por ahí haciendo distintas colaboraciones –como con sus hermanos mayores, Residente y Visitante de Calle 13–, y no le había prestado mucha atención porque escucho muy poco pop contemporáneo. Pero este disco sí me agarró, porque es como un catálogo de lo que ella puede hacer, que es mucho: desde un reguetón con tremenda base percusiva hasta bolero, son, pop rock y esa cosa interesantísima que se extiende por todo el continente que junta electrónica con géneros tradicionales. Es un álbum muy grato de escuchar, muy bien hecho, que le puede gustar a mucha gente y que tiene canciones muy pegajosas y al mismo tiempo de mucha calidad. Aquí en su tercer disco, Ile, como se hace llamar Ileana Cabra, hace duetos con Mon Laferte y Natalia Lafourcade, entre varios otros. Hazte una idea con uno de sus singles:
Otros músicos emergentes latinoamericanos, más alternativos que Ile, que me interesan mucho por su doble interés en la tradición y la vanguardia:
Chancha Vía Circuito, de Argentina
Paloma del Cerro, también de Argentina
Mexican Institute of Sound: un individuo, Camilo Lara, que al sumarse a otros proyectos suena a una multitud (dale volumen a este cumbión con Panteón Rococó y Lila Downs)
Y por supuesto Conector, el aterciopelado Héctor Buitrago de Colombia
Un artista: Jaime Hayón
Este diseñador y artista visual español ha sido muy hábil al desarrollar una estética muy atractiva para espacios públicos y privados y colaboraciones con grandes marcas. Tal como otros creadores que me interesan mucho, como el japonés Takeshi Murakami (u otros que no me interesan nada como Romero Britto), Hayón se alimenta de una sensibilidad de alta tecnología y sin carácter local, y produce criaturas imaginarias que pueden ser divertidas o un pelín siniestras. A mí me impresiona el poder que pueden tener sus objetos.
¿Cómo y por qué incluir poesía en la biblioteca infantil? (I)
Quiero dedicar este y el siguiente despacho de Piccol@ a un tema que me resulta inmensamente pertinente y del que siento que nunca se dirá lo suficiente: el de la poesía para los lectores infantiles. Y voy a concentrarme en la poesía ilustrada por una razón: porque siento que es la mejor manera de acercar este género a jóvenes lectores y lectoras y porque al hacerlo regalamos dos maravillas en lugar de una: la del texto y la de la imagen.
Voy a empezar por responder la segunda parte de la pregunta que planteo en el título de esta entrada: ¿Por qué obsequiarles y leerles poesía a niños y niñas?
Hay muchas razones, pero las más urgentes, me parece, tienen que ver con la sensibilidad en formación de estos lectores tan especiales.
La poesía ayuda a mirar el mundo con nuevos ojos (una mirada que, de hecho, se parece mucho a la que traen los niños consigo). Sirve también para aprender a nombrar y a nombrar de otras maneras, menos directas que las que practicamos a diario. La infancia es la edad simbólica por excelencia, y la poesía es un instrumento poderosísimo para nutrir la sensibilidad estética.
En una próxima entrega ahondaré en otras razones por las que siento que la poesía ilustrada es indispensable en la biblioteca infantil, pero ahora quiero pasar a recomendar un libro en especial, que me es muy querido y que siempre digo que sería uno de los primeros que rescataría si me veo en uno de esos hipotéticos escenarios distópicos a los que uno está tan expuesto por estos días. Se trata de la maravillosa edición de Margarita, el poema de Rubén Darío, que hizo mi querida editorial Ekaré en 1979 y que sigue siendo parte de su fondo.
Y la razón por la que rescato esta y no cualquier otra edición es que se trata de un ejemplo sublime de lo que la poesía (excelsamente) ilustrada es capaz de producir en el alma infantil. No es sólo de que las líneas de Rubén Darío me parezcan dignas de ser leídas una y otra vez, por lectores de todas las épocas, sino del valor que aquí aporta Monika Doppert, la ilustradora que se embarcó en este proyecto tan interesante, armada de una plumilla con tinta negra y su inmenso talento.
Doppert dota a Margarita de una hermosa cabellera negra y lisa y unos ojos avispados, como los de tantas niñas que crecen en Latinoamérica. La lleva a una playa del Mar Caribe, y no a cualquiera, sino a la de una isla en Venezuela que comparte el nombre de la protagonista, Margarita. La sube a un peñero bajo la noche estrellada y le pone en las manos unas tijeras gigantes, para que pueda ir a cortar “la estrella mía, en la gran inmensidad”. Le regala la indulgencia del “buen Jesús”, que luce como un jardinero cualquiera ante los ojos de la niña, pero intimida al padre furioso y le hace perdonarla instantáneamente por su atrevimiento. Y de algún modo nos entrega a una nueva Margarita, más cercana, menos princesa, más contemporánea, más caribeña y más nuestra.
De este libro rescato también un detalle que siempre me ha parecido una belleza y que puede que pase desapercibido y es la dedicatoria: “A todas las niñas valientes que salen a realizar sus sueños”. A mí me sigue sirviendo todavía de grande.
En la siguiente entrada les contaré de otras joyas que he descubierto en este género, pero quiero adelantarles una advertencia: puede que ustedes compren estos libros para sus hijos, pero es muy difícil que abandonen jamás las bibliotecas de casa. No sé qué tienen (o mejor dicho, sí sé, y eso es lo que trato de contarles aquí) que se quedan con uno para siempre.
Otros libros de poesía ilustrada recomendados para la biblioteca infantil:
Fábula de la ratoncita presumida, de Aquiles Nazoa / Vicky Sempere (Ekaré, 1983)
Chamario, Eduardo Polo / Arnal Ballester (Ekaré, 2004)
Cynthia Rodríguez es la fundadora de UpaUpa, una web para la preservación de nuestra lengua y la promoción de la lectura en la infancia.
Buenísimo esto, pana, se agradece. De la música recomendada tengo mis opiniones (:
Qué belleza Rafael. Y gracias por traer a esa Margarita, a recordarnos que está linda la mar 💜