Una serie: Todo va a estar bien
Esto no es la hermosa película de los 90 de Giuseppe Tornatore (versionada luego en EEUU) ni como su título podría hacer pensar, alude directamente a la pandemia, aunque el covid sobrevuela el mundo de los personajes. Esto es una historia nueva y muy de este momento, que tiene lugar en Ciudad de México, y fue creada y dirigida por el actor y director mexicano Diego Luna. Sus ocho capítulos están en Netflix y terminan de manera en que no hace falta alargarla con una segunda temporada, sino dejarla tal como está, como una miniserie de tempo impecable, tersa y redondita.
Todo va a estar bien tiene el tono y la mirada del buen cine independiente pero sin los fogonazos de desgracia o de crueldad que lo han plagado en estos años. La ecuación de partida es una pareja en problemas, con un marido inmaduro, una mujer insatisfecha y una niña pequeña que no quiere esperar a que estos adultos enloquecidos decidan por ella. También hay un dentista demasiado cercano y una de esas señoras que están para trabajar pero en realidad son quienes ponen orden y mantienen la cabeza en su sitio cuando todos los demás la pierden. Pero el tema, o más bien la pregunta que mueve a la serie, es cómo se forma y se mantiene una familia, qué es lo que realmente la constituye. Lo que hemos visto en grandes películas recientes como Shoplifters o The Lost Daughter, solo que aquí es todo mucho más cercano a uno.
Una película: Searching for Sugar Man
Era de origen mexicano también un músico que, a finales de los 60 y en Detroit, malvivía de trabajos esporádicos y uno que otro toque en un bar hasta que llamó la atención de un productor y obtuvo un contrato con una disquera. En la época dorada de los trovadores como Bob Dylan, este hombre destacaba por la belleza de sus austeras melodías y la auténtica potencia lírica de sus letras. Lo lanzaron con el nombre artístico de Rodríguez, su apellido, confiando en que su talento y su honradez lo convertirían en una estrella. Pero la apuesta no resultó. Casi nadie se interesó por Rodríguez, la disquera no renovó el contrato, y él abandonó su carrera incipiente y desapareció. Visto en retrospectiva, es difícil pensar que EEUU estuviera listo para aplaudir a un artista que no correspondía a la imagen de Hispanic con maracas y sombrero andaluz que era casi absoluta en aquel momento.
Lo que Rodríguez no podía imaginar es que muy lejos de ahí, de maneras misteriosas, era una estrella. Sus discos, que habían llegado un poco clandestinamente, se vendían por miles y sonaban en todas las fiestas de cierta gente: toda una generación de surafricanos blancos que querían que acabara el Apartheid y su país se conectara con el resto del mundo.
Esta historia comienza así, pero lo bueno es lo que sigue. No te lo cuento para que veas Searching for Sugar Man (2012, dirigida por Malik Bendjelloul). Es un documental y tiene todo lo que un buen documental debe tener, pero tiene la estructura narrativa de una película de ficción muy bien contada, y los momentos, las imágenes y las canciones de una película inolvidable.
Un libro: Meditaciones, de Marco Aurelio
En otro lugar debo haber escrito ya sobre mi relación con este libro, pero habrá sido hace tiempo y sin que hayan ocurrido, para entonces, la segunda paternidad, la migración, el derrumbe de mi país, tantas cosas. Esta relación comenzó en una librería de Valencia (la mía, la de Venezuela) en la tarde del día en que enterramos a mi abuela materna. Habíamos salido a comer, a dar una vuelta, a empezar a procesar su muerte al cabo de año y medio de convalecencia por un ACV, y encontré en esa librería un ejemplar de bolsillo, minúsculo, con una selección de las Meditaciones. Fue hace veinte años y casi todo este tiempo ese librito ha estado conmigo.
Ahora tengo una edición bellísima de Penguin Classics que me regaló mi esposa, donde están todas las Meditaciones que sobrevivieron y un estupendo prólogo que explica qué son. Lo primero, son apuntes, y por eso son esquelas que a veces son repetitivas porque dan vueltas sobre unos pocos grandes temas: cómo plantarle cara a los defectos de los demás y concentrarse en superar los propios, cómo evitar ser esclavo de los placeres y del ego, cómo aceptar las derrotas y las pérdidas - y la vejez o la desgracia - con la perspectiva de que todo está hecho de cambio y de que no somos sino fugaces partículas de un cosmos que nos contiene. A uno le puede sonar mucho a budismo contemporáneo, pero es filosofía estoica, y no se escribió en nuestra era y en California, sino hace casi dos mil años y de la mano de un emperador romano, el último de los grandes.

Las Meditaciones no son solo un clásico escrito por un discípulo de Séneca. Son extractos del diario del hombre más poderoso del mundo en ese momento, que desconfiaba de su poder, de su soberbia, de su gloria, de todo lo que tenía. Las escribió a menudo en campamentos militares, defendiendo las fronteras septentrionales de su imperio de unos ejércitos germánicos cada vez más desafiantes. A Marco Aurelio lo vemos siendo asfixiado por su propio hijo en uno de esos campamentos, en la Gladiator de Ridley Scott, pero no murió así, aunque sí por esa región, cerca de lo que hoy es Viena. Nos dejó estas páginas, y te sorprenderán lo accesibles que son, lo cercanas que pueden ser. A mí me han ayudado mucho en las buenas y sobre todo en las malas. Ojalá lo hagan también contigo.
Un álbum: Pink Moon, de Nick Drake
Antes de que una sobredosis tal vez accidental de fármacos lo matara a los 26 años, y creara con eso la pregunta eterna de qué más hubiera hecho si estuviera vivo, el británico Nick Drake alcanzó a grabar tres álbumes. El último de ellos, de hace ya 50 años, es Pink Moon. Dura media hora y es como el murmullo de una persona solitaria que logró destilar un diamante de su tristeza. Su voz no suena a la de nadie más; sus canciones, breves e hipnóticas, son como pequeñas gemas, esculpidas como por un maestro relojero, para que te acompañen en una tarde lluviosa con una bebida caliente.
Si te gustan Joni Mitchell y Neil Young, o Suzanne Vega y el temprano Jorge Drexler, te va a encantar Nick Drake. Un músico genial, solo con su voz tímida y una guitarra, puede hacer pequeñas grandes cosas, a las que uno quiere volver una y otra vez con los años porque te reconfortan como un rayo de luz colándose bajo una cortina o el reencuentro con un viejo libro que creíste perdido. Por eso Nick Drake, que nunca conoció el éxito en vida y le tenía pavor a las multitudes y la parafernalia, del pop, tiene cada vez más gente que lo entiende. Aunque haya sido demasiado tarde.
Una artista: Vivian Maier
Era una mujer extraña. A veces brusca, muy solitaria, sin vida familiar, sin amigos. Había nacido en Nueva York pero pasó algunos años, misteriosos, en Europa. Trabajó, sobre todo, como niñera. Pero cuando estaba libre, o a veces paseando por Chicago con los pequeños a su cargo, hacía fotos. Era una aficionada, y guardaba esas fotos para sí, en el ático donde no dejaba entrar a nadie. Su mundo era su mundo y de nadie más. Luego de su muerte al cabo de unos años de vejez miserable en que sobrevivió gracias a la generosidad de gente que ella había cuidado de niños, fue que se supo de la clase de fotógrafa que era. Sus negativos aparecieron en una venta de garaje, cayeron en manos de un curador, y así empezó el descubrimiento de Vivian Maier, una de las más fascinantes fotógrafas de calle del siglo XX.

En este estupendo site puedes ver su trabajo, y puedes conocer su historia en este documental. Muy probablemente te obsesionarás con ella, como me pasó a mí.
Un podcast: Cine Aparte
Estoy entre quienes piensa que los buenos críticos culturales - los que respetan tanto a los creadores como al público, los que conocen su arte, los que te ayudan a navegar por la cultura - son necesarios y valiosos. Un ejemplo es la mexicana Fernanda Solórzano. Por años he leído su columna sobre cine en Letras Libres, pero ahora eso es también un podcast, que en unos diez minutos te da su opinión sobre películas de interés que siguen apareciendo por ahí. No siempre estamos de acuerdo, pero siempre la escucho porque no solo te da señas sobre si ver o no una película, sino que te ayuda a ver tendencias, temas, ópticas que van haciéndose visibles en el cine de autor reciente. A mí este podcast Cine Aparte me parece ineludible para cinéfilos de habla hispana como somos todos aquí.
Un canal de YouTube: 31 Minutos
La primera vez que vi 31 minutos yo ya estaba bastante lejos de ser una niña, pero también de ser mamá. No había ninguna “excusa” para hacerlo, pero igual lo hice. Y lo agradezco. Esta exitosa serie de televisión chilena de principios del milenio se convirtió rápidamente en un objeto de culto por la razón más simple: es genial. Un noticiero de televisión conducido por títeres y muñecos que dura eso, 31 minutos, y contiene noticias cortas, reportajes, sección de deportes y ambiente, intervenciones de un ancla estrella y hasta ranking musical. Las canciones originales y sus videos son auténticas joyas.
El programa, creado por Álvaro Díaz y Pedro Pereiano y producido por Aplaplac, se transmitió a través de Televisora Nacional de Chile entre 2003 y 2014 y se sigue emitiendo en algunas cadenas latinoamericanas, pero se agradece que lo hayan subido entero al canal de YouTube, donde niños de todas las edades alrededor del mundo pueden seguir disfrutándolo cada vez que quieran.
Cynthia Rodríguez es la fundadora de UpaUpa, una web para la preservación de nuestra lengua y la promoción de la lectura en la infancia.