Una serie: Nada
Varios de nosotros habremos conocido a alguien así (I won’t name names 🤐). Un hombre mayor que vive de sus amigos y de sus glorias pasadas, que se resiste a los cambios de manera militante, y que se ha quedado atrapado en el personaje lleno de manías que construyó para sí mismo. De una manera un poco misteriosa, se hace querer todavía, tal vez porque no es tan malo como los demás, y él mismo, creen que es.
Es el caso de este viejo dandy bonaerense, crítico gastronómico con bloqueo creativo, que se resiste a prestar atención a su salud y que se encuentra con una encrucijada cuando su ama de llaves de toda la vida muere de repente y lo deja solo en su apartamento, sin saber hacer prácticamente nada. Ahí arranca una historia entrañable que involucra a una muchacha paraguaya desesperada por un trabajo y a un autor famosísimo que nos cuenta todo desde Nueva York, explicando expresiones argentinas en inglés, y que resulta ser nada menos que Robert de Niro.
Nada es una miniserie acerca de las trampas del ego, la belleza del conocimiento y las complicaciones del elitismo. Los creadores y directores, Mariano Cohn y Gastón Duprat, han codirigido varias cosas ya, entre ellas dos películas que he visto y que me gustaron muchísimo pero que terminan dejando una sensación pesada. Ambas exploran y ridiculizan la brecha entre alta y baja cultura, entre quienes se consideran civilizados y quienes estos últimos consideran ignorantes, inferiores, salvajes. Un viejo tema que atraviesa toda la cultura latinoamericana, que a mí en particular me intriga mucho, y que es muy intenso en Argentina. Una es El hombre de al lado, en la que un arquitecto pedantísimo a cargo de la única casa de Le Corbusier en Argentina se ve obligado a aprender una gran lección de ese vecino que no queremos tener; y la otra es El ciudadano ilustre, en la que un escritor laureado que vive en España vuelve a su pueblo en el interior argentino para quedar desnudo ante la belleza y el horror del lugar que creía haber dejado atrás para siempre.
Con la calidad de sus actuaciones, lo divertida que es y lo bien hecha que está, esta miniserie de Star+ viene muy bien con lo terrible que anda el mundo.
Advierto, eso sí, que da unas ganas horribles de ir a Buenos Aires a revisar librerías y comer milanesas, con todo y Milei.
En Netflix hay otras dos series recientes que me han gustado muchísimo, y que cumplen esta misma misión de proveernos algo de evasión pero con calidad. Una es británica, se llama Bodies y combina el policial gótico con Blade Runner, 1984 y los viajes en el tiempo, una ecuación complicada que aquí salió muy bien. Está basada en una novela gráfica, igual que la francesa Las nueve vidas de Léa, que parte de una ecuación muy similar de combinar subgéneros pero con un tono mucho más nostálgico, de los amores de verano, e ideal para quienes extrañamos los noventa.
Una película: Three Thousand Years of Longing, de George Miller
El australiano George Miller se graduó de médico, con lo difícil que es, pero luego escogió una carrera mucho más complicada: la de cineasta. Y no le ha ido mal. Su saga Mad Max, con la que construyó una distopía delirante a partir del miedo de los años 80 a que se acabara la gasolina, ha sido muy exitosa en taquilla pero además produjo un conjunto de referencias estéticas que puede que a uno no le gusten pero que sin duda son resultado de un trabajo serio de concepción y de una notable capacidad de realizar ese concepto (porque en estos géneros uno puede tener grandes ideas, pero no eso no llega nada si no eres capaz de ejecutarlas bien; basta con comparar la Dune de Villeneuve con la de Lynch). Miller también ha mostrado ser muy versátil y de saber ganarse unos dólares haciendo productos comerciales en otras líneas absolutamente diferentes a Mad Max. Son suyas las películas infantiles de Happy Feet y Babe. Así que tal vez no debíamos sorprendernos de que un día se antojara de versionar un cuento y de convocar a dos actores británicos que son más de cine independiente que de otra cosa, Tilda Swinton y Idris Elba, para hacer esta película en la que la primera es una académica solitaria que estudia las grandes historias universales y el segundo es, pues, un genio que sale de una botella que ella adquirió en el Gran Bazar de Estambul.
Pudo salir muy mal. Pero resultó ser una película elegante, inteligente y hermosa. Ya sabíamos que Miller sabe usar la cámara, sabe editar, sabe crear espacios. Es una historia de amor pero sobre todo una celebración de la vigencia de las mitologías y la universalidad de los grandes temas. No es para todo el mundo, es verdad. Es una obra distinta, que no parece hecha en 2022 salvo por la tecnología. Dale un vistazo a ver qué te parece. En Amazon.
Otra película reciente que me pareció interesantísima es May December, con Julianne Moore y Nathalie Portman, que parece de Bergman o de Assayas por el tema pero es del estadounidense Todd Haynes. Una actriz investiga a la persona real detrás del personaje que debe interpretar, y termina complicando algo que ya era bien complicado. En Netflix.
Me gustó muchísimo Asteroid City, la más reciente de Wes Anderson. Pero habiendo visto también sus adaptaciones de cuatro cuentos de Road Dahl (en Netflix), tengo la sensación de que Anderson se ha metido por un camino de exploración cada vez más profunda de las posibilidades de su modelo estético, como si quisiera demostrar a todos sus admiradores que le hacen homenajes en internet que él es el mejor imitador de Wes Anderson. Y no es que no quiera que siga haciendo el cine que hace, ni que abandone sus tropos y sus manierismos (no quiero que le pase lo que le pasó a Woody Allen o a Francis Ford Coppola), pero al agregar más capas, engranajes y pop ups a sus maquetas y sus casas de muñecas, y meter en sus historias a más actores, todos extraordinarios, Anderson está empezando a descuidar el trabajo de hacer que uno se conecte emocionalmente con sus personajes. Pienso en los personajes de sus últimas películas como figuras impecables en un diorama, más que como los inolvidables Tennenbaum, los hombres sin padre de Life Aquatic o los niños enamorados de Moonrise Kingdom. ¿Te pasa a ti también?
Un libro: Un tipo con cáncer entra a un bar… , de Sergio Jablon
En lo que algunos llaman la era de la literatura del yo, hay mucha literatura testimonial saliendo ahora, y cuesta escoger entre tantas cosas. También hay muchos diarios, bitácoras, ensayos de la enfermedad, escritos o dictados por toda clase de personas. Aquí hay un ejemplo de libro que saca máximo provecho de la franqueza y la autenticidad que se supone animan la escritura testimonial; que a diferencia de muchos otros está hecho por alguien que sabe escribir; y que logra tratar un tema tan complicado como el cáncer con un inquebrantable sentido del humor.
Jablon ha escrito novelas, guiones de cine y sobre todo humor para televisión, en Venezuela y en Estados Unidos, donde vive desde hace varios años con su familia. Y en este libro, que no por casualidad tiene en el título la estructura de un comienzo clásico de chiste, cuenta cómo una tos llevó a un diagnóstico de cáncer de pulmón que resultó ser equivocado, pero que a su vez condujo a que el dolor en una pierna resultara ser un mieloma múltiple, un cáncer de la sangre que se trata pero no se cura. ¿Cómo se siente eso? ¿Cómo cambia eso la perspectiva sobre tu propia vida? Pues aquí están las respuestas de Jablon desde su experiencia específica, expuestas con sensibilidad, con empatía, con detalle. Además con disciplina para buscar y compartir información con la que uno aprende mucho sobre ese tipo de cáncer y cómo los tratamientos varían en cada caso.
Este libro es una gran opción si uno necesita asomarse a la experiencia de vivir con un cáncer, para acompañar a un ser querido o para tenerlo en cuenta respecto a uno mismo. Está en Amazon.
Un álbum: i/o, de Peter Gabriel
No se puede ignorar este álbum. Es el primero con material nuevo, no versiones o reversiones, que publica Peter Gabriel -uno de los artistas más originales y complejos de la música popular contemporánea desde los años 70 hasta hoy -desde Up, de 2002. Dada la edad de Gabriel y lo esporádica que es su producción, lo más probable es que sea el último, y se siente. Es una gran noticia y ha sido celebrado como una obra maestra. Ha hecho que Gabriel vuelva a los primeros lugares en el Reino Unido, 37 años después de su álbum más exitoso, So (uno de los cinco discos más importantes en mi vida, sin duda).
Es en realidad dos discos en uno, porque cada canción tiene dos mezclas, una llamada bright side y otra llamada dark side, así que la lista de temas está primero en su lado luminoso y luego en el oscuro. Convocó a los músicos de sus grandes discos, como Tony Levin, David Rhodes y Manu Katche. Y ha sido un lanzamiento que ha durado un año. Cada canción se estrenó durante un día de luna nueva, con una pieza de arte que la acompañaba, y por supuesto los artistas eran gente del nivel de Nick Cave o Ai Weiwei. Ahora que podemos escuchar la obra entera, comienza otra fase de esta experiencia. Ha sido un trabajo que tomó muchos años, y años tomará también conocerlo bien.
Cuando ponemos atención a las letras, nos encontramos con una crónica de nuestra era, hecha con piezas que se conectan entre sí y se completan las unas a las otras, como grandes amigos en una larga conversación nocturna que recordarán por siempre. La primera pieza, “Panopticom”, vincula el inquietante modelo del llamado Siglo de las Luces con que se construyeron cárceles en torno a una torre que miraba a todos lados con esta realidad nuestra en la que mediante nuestros teléfonos estamos registrando cada rinconcito de la realidad y creando un collage imposible de descifrar.
“The Court” nos confronta con la idea kafkiana de que estamos siendo juzgados por algo que no entendemos bien, de que no podemos esconder lo que llevamos con nosotros, y de que toda nuestra memoria está almacenada en nuestros teléfonos, expuesta a los jueces. Hay una transición como mágica a la siguiente canción, que trae un eco de “Here Comes the Flood”: la hermosa “Playing for Time”, que defiende la memoria como lo único que nos queda por dentro y que podemos reproducir una y otra vez mientras los momentos van y vienen. “i/o” acentúa la conexión entre experiencia y presente que examina la pieza precedente, para ampliarla a la conexión con todo. “Four Kinds of Horses” es una pieza que de manera oblicua, indirecta, para no ponernos en guardia, nos confronta con nuestra tendencia a dejarnos llenar la cabeza de basura y a creer que somos los únicos cuerdos en un mar de locos, con lo cual no hacemos sino incrementar la locura.
Como ha hecho siempre en sus discos, de pronto mete una canción para subirnos el ánimo pero sin tonterías, como diríamos ahora, positividad tóxica. “Ode to Joy” está llena de ironía, de una alegría desconfiada (pero tal vez lo mejor a lo que podamos aspirar en esta época). “So Much” contiene la voz de un hombre que ha hecho mucho pero que aún, pese las frustraciones que también lleva consigo, encuentra algo más que intentar hacer. “Olive Tree”, una de mis favoritas, viene a matizar ese tema de los finales y las tareas inconclusas con una estimulante celebración de la vida que renace alrededor de nosotros, a pesar de nosotros. “Love Heals” y “This is Home” suman a ese ajuste de cuentas con el pasado, un balance en busca de las cosas más relevantes.
“And Still” habla de la vida después del duelo, de nuevo otra vuelta al tópico que reemerge varias veces en el álbum, la persistencia de la memoria. “Live and Let Live” nos lleva a preguntarnos qué sentido, qué utilidad tiene que perdamos el tiempo alimentando rencores: “We belong to the burden til is gone”.
No es un disco demasiado evidente. i/o no es So. Hay que irlo escuchando, leyendo, absorbiendo. Hay que dejarlo que vaya dejando sus sedimentos en nosotros.
Está disponible en distintas plataformas de streaming y para la venta en distintas presentaciones. Puedes verlo y escucharlo todo en petergabriel.com.
Un libro de Navidad: Papá Noel de Raymond Briggs
Ya he hablado por aquí del estupendo trabajo del ilustrador y escritor británico Raymond Briggs, y del corto animado hecho a partir de su libro El muñeco de nieve.
Pero este año me enteré de una estupenda noticia que quiero compartir: la editorial Blackie Books acaba de reeditar el que es probablemente mi libro favorito de estas fechas: Papá Noel, del mismo autor, en una bellísima edición de lujo.
Este es un libro sobre el señor con barba que trae regalos como probablemente ningún otro que hayas visto antes. Aquí el legendario personaje nos muestra su rutina del día más ocupado del año. Cómo tiene que levantarse muy temprano, ocuparse de la casa y de los renos, prepararse su lonchera y salir a trabajar para entregar regalos por todo el mundo. Aquí San Nicolás es un señor que no está de muy buen humor, que hace su trabajo lo mejor que puede dadas las condiciones del clima de diciembre en el hemisferio norte (donde está centrada la historia)y que, sobre todo, sueña con irse de vacaciones al Mediterráneo.
Es un San Nicolás humano, que come de todo y va al baño, que una vez que termina ese día tan fuerte de trabajo, se prepara una opípara cena y se va a dormir planeando esa ida a la playa.
Este es un libro que, más allá de las creencias, le llega a uno a un lugar del corazón que por estas fechas se aprecia. Es un libro lindo para leer en familia, con los peques, los amigos. Es un libro para tener en la casa, para verlo, para enseñarlo, para compartir. Es exactamente lo que hace falta en estos días.
Lo consiguen aquí.
Cynthia Rodríguez es la fundadora de UpaUpa, una web para la preservación de nuestra lengua y la promoción de la lectura en la infancia.
Para variar, extraordinaria entrega. Agradecida
Excelente!! Anotada para varias sugerencias. Y compartida